viernes, 11 de febrero de 2011
La tenue luz de la lampara cae sobre las hojas esparcidas en el escritorio de madera. La ventana proyecta como la noche cálida abraza con cariño a la tierra. Un ligero aroma a café de un noctambulo solitario se cuela por las hendijas de la puerta. Mi taza se encuentra ya vacía. La concentración ha perdido presencia y vislumbro solo garabatos en mis hojas de cálculos. Me pregunto para qué servirán. Treinta TIC-TAC del reloj despertador después, sigo sin respuesta y trazo lineas de colores mientras una melodía cargada de bohemia me acaricia los oídos. Creo en las hadas y en el poder de la luna. Le temo a la oscuridad, pero me fascina. Al igual que la soledad, atractiva y envolvente. Las pequeñas motas de polvo pasean de aquí para allá y solo son vistas cuando la luz lunar cae sobre ellas. Las ramas de los arboles son sacudidas al ritmo del viento. Imagino a todos los que se pasan la vida sin siquiera notar lo hermoso que esto es. Absolutamente todo esto. Dibujo mi felicidad en un papel y sonrío al ver que tengo esa facilidad de expresarme a mi misma aunque sea una mínima parte de mis sentimientos. Aunque este pensando en alguien o en el resto de las millones de personas que habitan en este planeta, sigue siendo un momento unico y, total y exclusivamente, MIO. La soledad es una gran amiga cuando se trata de prestarte atencion, conocerte y amarte un poco mas a vos mismo. Solo para que luego AMAR a los que amas, sea aun mas placentero.
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