Seguidores

viernes, 1 de octubre de 2010


Me tomas desapercibida cuando apareces de esta forma, de la misma forma en la que te vas. Con tantas cosas que decir, escondiéndolas. Esperando que la vida no se te fuera en un suspiro junto con el cual, me dejaste ir a mí. Añoraba la idea que tenía, una muy mentirosa que yo quería transformar en verdad. La realidad es que, seguis clavado en mí, quizás no doliendo como antes, no tanto, pero si lo suficiente para recordarte de vez en cuando. Los hechos no pueden borrarse, creo que sólo me queda curar la herida y tener paciencia hasta que sane con el tiempo. Hace poco, en una clase del colegio, hablabamos si el amor puede elegirse y, lo que me sorprendió, es que no se puede. Las personas se meten de a poco en nuestra vida, muy de a poco y llega un momento, en que esa persona, se hace tan importante que no se la puede sacar del corazón ni del alma, de la rutina, de la interminable tristeza que se siente cuando algo termina. Las cosas han cambiado, quizás no mucho, pero lo han hecho y si antes, te creía algo importante, me has obligado a hacer de tu persona, algo pasajero e irrelevante, o por lo menos, intentar convencerme de que es así por mi propio bien. En las noches, cuando me acuesto, suelo maldecir mi costumbre de amar por sobre todas las cosas, por sobre mi persona. Me he imaginado, como te acuestas y como, en lo último en que podrías pensar, lo último que pasaría por tu mente, es mi nombre y mi dolor. No te imaginas lo que he sufrido, la verdad es que todavía no quieres enterarte. He querido quererte, cuidarte, y me has echado como a un perro de su casa, donde afuera llovía y hacía frío. He sobrevivido, aquí me vez, con heridas, sangrando un poco, pero parada, aún bajo la lluvia, esperando a que el sol se deje ver entre las nubes densas que se ciernen sobre mi ciudad. Esperando, esperando algo que me devuelva la sonrisa que un día los recuerdos me quitaron y regrese esa calidez que tu nombre me provocaba, que hoy está en el fondo del mar.

Hace tiempo debí dejar que tu recuerdo se perdiera en el olvido junto con tantos otros. Siempre que lo he intentado, he terminado en intentos fallidos que me hacían caer en un pozo más hondo que el anterior. Creo que nunca te sentiste así por mí. Ya no se que decir sobre esto, sobre vos. Ya no se que pensar siquiera. Me queda el sabor amargo de quererte aún sabiendo que vos dejaste de hacerlo. Y no creas que no estoy haciendo como si nada, porque justamente, eso trato. De hacer como que nunca pasaste por mi vida, de hacer como que no me duele y tus palabras ya no pueden tocarme. Pero ambos sabríamos que estoy mintiendo. Siempre supe que en el mundo, en cualquier lado, cerca o lejos, existe alguien para uno. Alguien que te quita las noches, que te hace feliz en el día y que se desvanece cada vez que uno lo hace. Existe. No se donde, cuando ni como se lo encuentra. Eso es relativo. Creí que eras al menos una alusión de lo que yo creía un alma gemela. Es un ironía saber que escribo esto y es como tirar mis palabras a la basura. Más irónico saber que algún día te quise y me quisiste y ya de eso, solo quedan cenizas.