Seguidores

viernes, 2 de julio de 2010


¿Crees que soy fea?. Cuando era pequeña creía que lo era. No puedo creer que esté llorando. A veces creo que la gente no entiende lo solitario que es ser niño. Como si no importaras. Tenía ocho años y tenía juguetes. Varias muñecas. Mi preferida era una muñeca fea a la que llamaba, Clementine. Siempre le gritaba: No puedes ser fea, sé bonita. Es curioso, como si al poder cambiarla a ella yo también pudiera cambiar por arte de magia.

¿QUIERES
MIRAR
LA LAVADORA
CONMIGO?
Lloré hasta sentir las lágrimas secarse en mis dedos. Lloré hasta respirar hondo y darme cuenta de que ya nadie me hacía bien. Lloré hasta entender que estaba sola y desprotegida en este lugar. Lloré hasta perder la conciencia y sentirme completamente inútil. Lloré, porque comprendí que nada era capaz de hacerme sentir viva y, hasta a veces, poder arrancarme una sonrisa; nada podía ser tan sorprendente y real al mismo tiempo. Lloré porque sentí tu ausencia, esa que hasta hoy nunca había sentido, y por fin logré darme cuenta de que en realidad, aunque me cueste aceptarlo, no es culpa de nadie ni de nada lo que me sucede. Lloré, porque por primera vez en mi vida me sentí realmente sin apoyo, sin amigos, ni nadie a quien recurrir cuando la soledad corta mis palabras y ahoga mi respiración, gozando una dulce venganza de mis errores y tropiezos. Y fue así como me ví de nuevo en esta habitación tratando de recordarte, recogiendo los pedazos de tu boca, armando de a poco tu risa y sepultando otras voces, para poder entre ellas distinguir tus susurros; y sin querer entenderlo, cuando ninguna de las fichas encajaba, entendí que te había perdido y que además, había olvidado tantos sueños y tantos recuerdos felices. Lloré, porque sólo tenía viejos recuerdos, algunas imágenes borrosas de las que casi no distinguía tu lejana y triste mirada. Lloré hasta creerme feliz por un instante, hasta que sin motivos empecé a reír sin parar, sin llegar a entender completamente que estaba haciendo. Lloré hasta verte al lado mío, secando con tanto amor mis lágrimas, tratando de aliviar mí llanto. Lloré, porque de alguna manera me estaba resignando a seguir cada minuto y cada segundo sin tu compañía. Lloré porque creía sentirme fuerte y comprendí que tú me dabas esa fuerza capaz de hacerme sentir el aire rozar con mis labios; lloré porque nunca te diste cuenta de que todo lo que hacía era solamente por tí, porque nunca sentí que mi esfuerzo era suficiente para que te sintieras orgulloso de mí. Lloré, porque vivía cada día sin vivirlo, creyéndome feliz, convenciéndome de que todo lo que hacía estaba bien. Vivía sólo para entregarte miradas, mis energías, mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que te quedarías sólo por mí. Y después de eso, volví a entender que cada cosa que hacía era inútil, que a nadie le importaba verdaderamente lo que hacía o dejaba de hacer. Y lloré, para descargar de una vez por todas, todo el dolor que me ocasionaba sentirme tan poca cosa, de pronto me había olvidado de cómo era sentirse orgullosa de una misma, lloré porque te extrañaba y no podía hacer nada para recuperarte. A pesar de mis intentos siempre hay algo que supera mis fuerzas y me derriba haciendo caer una y otra vez de la misma forma, en el mismo lugar, lastimando mi dignidad. Fue así, que al saber que te habías ido perdí todas las ganas de seguir; tal vez me acostumbre demasiado a tenerte cerca y a que me transmitieras cada día un poquito de tu filosofía, porque de cada día hacías una historia diferente. Antes de que llegaras no confiaba en nadie, ni siquiera en mí, y la verdad es que siempre supe que algún día te iba a perder, porque lo bueno nunca dura mucho (al menos para mí) y lloré como tantas otras veces, a escondidas, para no defraudarte. Lloré, porque te necesitaba más que nunca, más que siempre y la noche apenas comenzaba.

twilight ♥

Nunca me había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque me habían sobrado los motivos en los últimos meses, pero no hubiera imaginado algo parecido a esta situación incluso de haberlo intentado. Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos oscuros del cazador al otro lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido.
Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena forma de acabar. Incluso noble. Eso debería contar algo. Sabía que no afrontaría la muerte ahora de no haber ido a Forks, pero, aterrada como estaba, no me arrepentía de esta decisión. Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión. El cazador sonrió de forma amistosa cuando avanzó con aire despreocupado para matarme.

HOY; ALGO EXTRAÑO

Hoy me pasó algo extraño... Algo que me sorprendió, que me hizo sonreir en medio de mi tormenta interior, algo que me hizo descansar de mi trabajo de estar viva. Me pasó algo, que sin saberlo me hacía mucha falta, algo que estaba esperando y que no llegaba, algo, que por muy común que sea para otros, para mí fue muy especial. Hoy se me inundaron los ojos cuando lo supe. Mi corazón no cabía en mi pecho y por un momento todo fue perfecto. Hoy... hoy me dijiste te quiero

M e n s a j e d e A m o r

¿El día más bello? Hoy
¿La cosa más fácil? Equivocarse
¿El obstáculo más grande? El miedo
¿El error mayor? Abandonarse
¿La raíz de todos los males? El egoísmo
¿La distracción más bella? El trabajo
¿La peor derrota? El desaliento
¿Los mejores profesores? Los niños
¿La primera necesidad? Comunicarse
¿Lo que nos hace más felices? Ser útiles a los demás
¿El misterio más grande? La muerte
¿El peor defecto? El mal humor
¿La persona más peligrosa? La mentirosa
¿El sentimiento más ruin? El rencor
¿El regalo más bello? El perdón
¿Lo más imprescindible? El hogar
¿La ruta más rápida? El camino correcto
¿La sensación más grata? La paz interior
¿El resguardo más eficaz? La sonrisa
¿El mejor remedio? El optimismo
¿La mayor satisfacción? El deber cumplido
¿La fuerza más potente? La fe
¿Las personas más necesarias? Los padres
¿La cosa más bella de todas? EL AMOR