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miércoles, 20 de octubre de 2010


¡Qué fácil era todo cuando sólo éramos unos críos jugando con nuestros amigos en el patio del colegio! Me gustaría volver a sentir esa sensación de libertad, esa por la cual hemos pasado todos y seguro que a muchos les gustaría revivir. Cuando corríamos como locos unos tras otros jugando al “pilla pilla” o al escondite; o cuando íbamos corriendo hacia la pared y decíamos: “¡por mí y por todos mi compañeros!” Cuando todo era por un simple lugar en el cajón de arena donde poder jugar tranquilos con quien nos diera la gana. Aquello si que era vida... Y cuando nos manchábamos toda la ropa nueva, y llegábamos a casa más contentos que nunca porque habíamos hecho lo que mas queríamos en ese instante, y nuestras madres nos echaban el puro por haberlo echo; pero a nosotros todo eso no nos importaba, ¿por qué? Porque entonces solo llorábamos cinco minutos para desahogarnos, y enseguida seguíamos a otra cosa (aunque para entonces esos pequeños problemas para nosotros eran muy grandes).
¿Y ahora qué? Todo aquello para nosotros queda atrás, nos olvidamos de esa etapa de nuestras vidas que tan felices vivimos todos. Nos centramos en nuestros problemas día a día sin importarnos cualquier otros (aunque realmente pienso que no debería ser así).
En fin, vive cada instante como si fuera el último, aunque sin olvidar todo por lo que has pasado hasta ahora.

El desbalance mental es tan aceptable como el herpes. Nunca va a ser aceptado. Pero es una enfermedad tal como el cancér. Solamente pasa y se come todos los recuerdos felices de tu memoria, te prohibe la percepción de la felicidad y de la vida. Y también podes morir de depresión como en cualquier otra enfermedad. Entonces por que todavía esta el chiste de la medicina. Por que socialmente es más correcto decir 'murió por cancér' que 'murió por haber cometido suicidio'?

La unica cosa que no quiero escuchar o leer nunca en mi vida es un "Te quiero" por obligación. De esos que se ven forzados a corresponder, de los que a veces decimos aunque no lo sentimos, pero todo sea por hacer sentir bien a los demas.
Nunca en mi vida quiero toparme con eso, no quiero decir
Te quiero y que la respuesta sea respondida de la misma manera solo para quedar bien.
Si no lo sienten en ese momento, no les nace, mejor tragense sus palabras. Porque juro, yo hago lo mismo, si digo algo asi es porque lo quiero expresar en ese momento, si alguien me lo dice y no puedo corresponder, simplemente no digo nada.


Me cuidabas del dolor, del frío que mi cuerpo experimentaba antes de conocerte, del llanto improvisando en las noches, del vacío los domingos y la ansiedad de lunes a viernes. Abriste tu alma, me mostraste tu verdadero yo, me dejaste atravesar ese muro al que a todos les prohibias traspasar. Me diste todo el cariño que nunca nadie me dio en mis 17 años de vida, te llevaste bien lejos los problemas y me acorralaste entre palabras que de a poco me hicieron sentir como en casa. Te adueñaste de mi cuerpo y alma y hiciste tuya la importancia de mi vida, de mis suspiros y respiración. Me mantuviste viva, recordandome aquellas pequeñas cosas que uno suele olvidar. Recé, una y otra vez, me rogué a mi misma, que nada ni nadie te alejase de mi. Nunca nos preguntan que queremos, donde quermos ir o por qué estamos donde se supone que deberíamos estar. Las cosas de la vida, los planteos sin piel, las situaciones (una tras otra) me dejó fuera de ese reino que compartiste conmigo un día. Nadie me preguntó, a nadie le importo que el mundo dejase de girar para mí cuando lo comprendí. Tuve que cambiar mi visión, mi perpectiva efectivamente era errada. Había entendido que, algunas cosas en la vida no se acababan y es probable que sea así...lo se, pero esas cosas no son más que lazos, recuerdos, memorias de un presente perdido, extraviado donde no puedo verte, ni sentirte. Ahora entiendo que, voy a quererte siempre por las cosas, la infinidad de cosas que encontraste en mi. Las facetas, los secretos, mis múltiples personajes, las mentiras con todos y con vos, nada más que la verdad. Cuando pienso en vos, sonrío. Porque puedo vivir tranquila sabiendo que estas bien, que vivis, que estas al menos en algún lugar, en las manos de alguien que pueda quererte como mereces, esforzandote por no perder la vivacidad, por no olvidarte de que en la vida se vive hoy más allá de todo lo demás. Sonrío y lloro porque se que perdiendome encontraste algo mejor.

No me vengas con eso de que lo sentís, se que no es así. Si sientieras haberme lastimado así, probablemente lo hubieras evitado, probablemente me hubieras cuidado y no te hubieras alejado. No me vengas con mentiras, ya tengo muchas adjutadas en tu papelero y no estoy dispuesta a caer en nuevas trampas o formar parte de nuevos engaños. Si vas a decir algo, decí algo que valga la pena escuchar. Palabras que me devuelvan un poco de lo que fue, palabras del alma, que salgan de tu boca no porque te pido que las digas, sino porque queres y estas dispuesto a decirlas. No voy a rogarte, no voy a pedirte clemencia, no voy a esperarte ni mucho menos reprocharte. Hoy por hoy, siento que me privaste de tu vida. Creaste un muro para protegerte o para ocultar tus cicatrices, ese dolor tan o incluso más sufrido que el mío. Me dejaste fuera de las cuatro paredes que te encierran y quedé tan sola, angustiada, despojada, olvidada. Al finalizar el día, cuando la noche cae y no quedan excusas ni rutinas que me salven, te veo, en el espejo azul del baño como un reflejo de mi alma, como un grito de auxilio que asfixiaste, como tu abrazo quitandome el aire, como tu mano diciendome adiós.

Detrás de él caían las minitas, esperando que el les diera al menos una oportunidad de decir algo, de halagarlo, de apreciarlo con la mirada y retenerlo, por unos momentos, para no dejar que se vaya. Entre brazos de miles ha estado, ha cruzado los límites de la edad y ha superado lo insuperable. Descubrió lo popular que uno puede ser teniendo una cara bonita o un cuerpo que hable más que la boca. Se ha dejado llevar por los impulsos del alcohol y el descontrol, en compañía de sus supuestos amigos, ha llegado a tocar el cielo y caer directo en la boca del infierno. El no sabía que la libertad no estaba en aquellas cosas estúpidas y momentaneas, en aquellas que se olvidan con facilidad para que no puedan ser recordadas. Le enseñaron que el amor era un sentimiento frío y distante que sólo podía lastimar y corromper el alma. Se alejó de las emociones y aquellas cosas que podían introducirlo en un mundo desconocido, lleno de sensaciones y adversidades que según la historia que el contaba, eran demasiado dolorosas para ser realidad. Prefirió un whisky on the rocks, un bar atascado de gente, faldas cortas bailando la danza de la seducción, entes por doquier, dejando que las luces lo llevasen a un mundo en donde el llanto y el afecto fueran parte de él, donde el amor llenase ese vacío que no le permitía sentir. Jugó a no ser parte de su vida y destrozar el corazón de unas tantas muchachas que se atrevieron a bailar el tango prohibido proveniente de su dulce perfume. Hizo creer a todos sus conocidos que su vida era perfecta como era y que lo material alcanzaba y sobraba. Supuso que el tiempo le daría la razón, que la ley del más fuerte sería leyenda con el. Vivió creyendo que algún día se casaría, se divorciaría y terminaría como los cuarentones de la actualidad. Lo creyó. Sus ojos verdes, lo sacaron de órbita, su día terminó en noche y su frío en un calor intenso recorriendole las venas, palpitando como loco en su corazón. Su forma de ser, le señaló a lo lejos el camino que debía recorrer y sin preguntas, se dirigió hacia ella, le preguntó su nombre y una nueva historia comenzó. Una historia que rompía todo estilo de reglas, suposiciones o de tiempos esperados. Impredeciblemente perfecto. Su cuerpo estaba hecho para él, su alma, encajaba con la suya como un rompecabezas. Su sonrisa, era la de un ángel que custiodaba las noches, en sus sueños, mientras dormía, él la veía. Murió, mirando sus ojos, sosteniendo su mano, sintiendo como la vida se le iba cada vez que la amaba más que el día anterior.

Son excusas las que usas cuando me hablas, palabras, que no dicen más que mentiras. La verdad es lo único que puedo escuchar cada vez que mentis. No se si será tu mirada, tu forma de actuar o de tratarme la que me hace saber que aunque digas que todo va bien, hay cosas que no van a cambiar. Antes podía sentir una mera alusión de lo que sentías, ahora, sólo queda frío a mi alrededor. Dolor, nostalgia y mucha tristeza que aunque nadie ve, está. Y el silencio parece ser lo único que nos devolvimos sin problemas, silencio sumiso, silencio complejo, silencio en fin. Aún cuando creo estar sentada, con mis amigas, en algún boliche, con algún otro chico, sigo pensando que hubiera sido de nosotros si fueramos "para siempre" como muchas veces dijiste. Pero, se que ya no queda nada y que, aunque me duela como nada en este maldito mundo, tengo que asumir que ya no vas a volver a mi...nunca más.