Seguidores

viernes, 21 de mayo de 2010

quiero..


Quiero que reflexiones, que despiertes, que razones, que tomes conciencia, que aprendas a guardar silencio y a tener paciencia. Quiero que te quieras más que a nadie, a tu manera que disfrutes, que cada día tuyo sea una vida nueva. Tienes que saber que la vida no es ninguna lucha, que no es cruel, y que tampoco es mucha. Tienes que saber que la vida es como es porque el universo es como es,cada uno la construye con su forma de actuar y su forma de ser.
Tu felicidad a mí me da felicidad, me da la fe, me da la fuerza para continuar de pie. Tu estabilidad a mí me da estabilidad, me hace feliz, me hace suspirar, me hace sonreír.
Ahora que estás lejos, me gustaría que aproveches para crecer, para encontrarte con tu verdadero ser, y sentir, sentir, sentir como el mundo cae en éxtasis. Sobre tus pies tendrás servido todo lo que siempre quisiste tene
r.

ellos, que no somos nosotros..


De repente veía a todas esas parejas, agarradas de la mano, ¿sabes? A todas esas personas que se querían, con sus problemas y sus discusiones diarias, se querían. Y no podía soportarlo. No podía aguantar sus risas, cómo se miraban, cómo se hablaban en un lenguaje típico de enamorados, cómo se tocaban mientras gritaban al mundo que se lo perdonarían todo. Y pensar que tú no pudiste perdonarme, me comía por dentro. Me horroriza verlos. Aún hoy me horroriza salir a la calle y vernos, vernos a tí y a mi, en los ojos de otros que no somos nosotros. Tengo miedo de pasear un día cualquiera, perder la cabeza y gritarles a todos esos cabrones que dejen de quererse, que el amor no es para siempre, que me duelen sus historias, que paren. Tengo miedo de perder la cabeza. Tengo muchísimo miedo. Noto que suben las palabras a mi garganta, que todo lo que quise y no pude decirte ahora quiero decírselo a ellos y tengo que apretar fuerte los dientes para no vomitarnos delante de otros y que piensen que estoy loca. Y que piensen que me he vuelto tarada desde que no estás conmigo.

noche de esas..


Hay noches en las que me despierto sobresaltada. Noto al corazón latir con prisa y no encuentro la manera de hacer que vaya más lento. Nunca recuerdo el sueño, nunca sé porqué me despierto sudando y muerta de miedo. Entonces me levanto de la cama, me asomo a la ventana, y me quedo un rato con los ojos bien abiertos observando a la ciudad dormida. Me mantengo ahí, inmóvil, viendo todo lo que por la mañana no se ve, sólo porque me da miedo volver a la cama, sólo porque me da miedo volver a soñar con no sé muy bien qué, sólo porque me da miedo volver a levantarme sobresaltada. Se ve tan muerta la ciudad, se ve tan sola que yo a veces te imagino en tu lado del mundo -que no es mi lado del mundo- asomado a la ventana, con tu corazón con prisas y el cuerpo sudado y angustiado por soñar con no sé muy bien qué, hasta que casi amanece y volvemos a la cama -tú a tu cama y yo a mi cama-, y me duermo tranquila porque por un mísero momento te sentí en casa, te sentí en mis rodillas, te sentí compartiendo mi miedo que nunca fue tu miedo, mi noche que muy pocas veces fue tu noche. Supongo que es algo pasajero. Supongo que algún día se acabarán esas noches de miedo y miedo, en las que te echo de menos y me cuesta conciliar el sueño.

sin titulo.. :S


¿Nunca tienes la sensación de estar perdido? es que siento como si todo el mundo estuviese encontrando su hueco, ¿sabes? y yo aún no me veo con la suficiente fuerza como para tirarme al suelo y ponerme a escarbar para ver si encuentro algo. Justo cuando encuentro un lugar en el que creo que puedo estar cómoda, pasa algo y derriba esa idea. Y derriba ese lugar. Se esfuma. Así. Puff. Y tengo que volver a buscarme otra cosa. Yo que sé. A lo mejor no hay un sitio para mí. Una vez un tipo me dijo que todo el mundo tenía su sitio, que en algún mágico punto del planeta había una silla esperando ser usada por mi trasero. Ya no estoy tan segura de que ese tipo llevase razón. ¿Y si no hay un sitio para todo el mundo? Quiero decir... ¿y si no hay suficientes huecos? ¿Y si he perdido el mío? No sé. Se me hace raro pensar que se acabó. Que llegué tarde y me quitaron la silla. Que ya no me merezco un trocito de cielo aquí abajo. Dicen que siempre se puede hacer algo. ¿Acaso preteden que levante a alguien para sentarme? No puedo echar a patadas a nadie. Sería como... Sería como hacer lo que a mí me han hecho. No.... No puedo hacer eso. Me niego.

^



A veces me canso de estar todo el día con el corazón en blanco y la lengua cargada de sutilezas para saber qué decir y cuándo decirlo. Para no meter el dedo en el sitio equivocado, tú ya me entiendes. Creo que los humanos deberíamos de ponernos las cosas fáciles, no complicarnos ni tan siquiera en las conversaciones, porque el poder de la mente luego es mortal y acabas bajo la luna rota a las tres de la mañana de un miércoles sin poder dormir, sin poder cerrar los ojos, sin poder apoyar la frente en la almohada y sentirte respirar a salvo. No quiero más connotaciones negativas en mis cuentos, no quiero más flechas apuntando a mi nuca cuando aún no me di la vuelta, no quiero sentirme incómoda sin saber qué decir, ni dónde poner la boca, cuando ya es medianoche y yo sólo quiero que me abracen fuerte y me llenen el corazón de nubes con tequila para poder volar un rato.

del verbo imaginar..


Hay algo que pesa más que cualquier otra cosa. Algo que los humanos pueden utilizar en cualquier momento y que, probablemente, es la arma más eficaz que se ha inventado jamás. Me refiero a la imaginación. A la capacidad de abstraerse de la realidad al tiempo que inventamos y nos movemos por otro mundo completamente distinto, por donde nos apetece. La imaginación no es algo exclusivo de los artistas, ni característico de una cultura, ni propio de una edad. Sí es cierto que hay personas que tienen más dificultad que otras para abstraerse en ciertos momentos y divagar en mundos paralelos, pero yo creo que es cuestión de aprender. De obligarse a imaginar. A veces pasa que crecemos y nos encontramos con que el mundo no es tal y como habíamos imaginado de pequeño, y todas esas ganas de seguir divagando se esfuman, y el sentido de no estar estando se pierde. Quiero decir, que algunas personas sienten que el simple hecho de cumplir años les otorga una responsabilidad que anula el derecho de seguir imaginando, de seguir viviendo en otro estado cuando el real -el estado real- es un asco. Hay que usarla. Y lo jodidamente increible es que cualquier ser humano en al faz de la tierra puede utilizarla. Aunque te falten las piernas, los brazos, el sentido del tacto, la vista o el olfato, aunque te estén acuchillando en ese mismo instante... Te pueden robar la casa, el cuerpo, la libertad, todo. Te lo pueden robar absolutamente todo. EXCEPTO la imaginación. Te pueden partir el corazón en mil pedazos, y luego jugar delante de tus ojos a encestarlo en Dios sabe donde. Pero NADIE, nunca jamás en ningún sitio del mundo podrá quitarte el placer de imaginar- de imaginarte.

a veces sucede.



A veces sucede que gastas toda una vida esperando a la persona perfecta sin darte cuenta de que estuvo a tu lado todo el rato, y ni siquiera miraste. A veces sucede que estás hecha un asco, para el arrastre, harta de arrastrarte, sucia y asqueada de un mundo que aparentemente no para de darte la espalda, y basta con una palabra agradable -una simple palabra agradable- para que todo se voltee y tu cara haga al menos el amago de sonreir. A veces sucede que justo cuando das las historias bonitas por perdidas, alguien te toca en el hombro y te obliga a iniciar un cuento de manta e invierno, con caballeros, torres y dragones. Incluso alguna que otra manzana envenenada. A veces sucede que toda la teoría feminista tan sumamente bien construida y casi enquistada en tu mente de "todos son exactamente iguales" se va al garete cuando un desconocido se atreve a mirarte a los ojos y a casi escanearte las pupilas. A veces sucede que te tienes que tragar las palabras y meterte en los bolsillos las promesas de
"nunca jamás volveré a tropezar con una piedra que empiece por H, de hombre o V, de varón". A veces pasa que las miradas se cruzan sin previo aviso, una piel roza a otra, la máquina roja se apodera del momento y no hay más remedio que guardarse el escudo en el bolsillo y vivir lo que está pasando, que de seguro no va a volver a pasar nunca jamás. Al menos no igual.