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viernes, 10 de septiembre de 2010


Y ahora me siento insegura y me da miedo llegar. Llegar a ese sitio en el que piensas que por fin has parado el reloj, que no existe el tiempo. Y me da miedo estar ahí, por si me despierto y me doy cuenta que no he llegado en serio, que todo habia sido un sueño o.. que por el contrario, no quería haber llegado nunca.
Tengo miedo de volver a sentir lo mismo, de entrar en ese túnel y que tenga tanta luz que me deje ciega de nuevo, deslumbrándome, enamorándome, volviéndome loca. Y es que sí, tengo miedo a encontrarme en ese camino, aquel de no hace mucho tiempo en el que mis pies sabían bailar acompañados de esa música tan dulce sacada de "aquellos" labios, que me guíaban, que me hacían sentirme libre y me protegían con cada palabra. Tengo miedo de volver a creer en promesas que ni siquiera existen, de volverme tan adictiva a las locuras hasta el punto de llegar a olvidarme de mí misma, de lo que tengo, de lo que quiero..

Y hoy me dí cuenta que una no necesita tener qué ser diferente, que lo que unos ojos no ven, otros sí. Que ninguna persona es igual a otra, que todos somos especiales de alguna manera aunque no a todos se les aprecie de la misma forma. Y que lo más importante no es que los demás te aprecien, sino que te aprecies tú misma.
Hoy me dí cuenta que no necesito ser como nadie ni aparentar serlo. Porque yo soy como soy, y así quiero ser siempre.
Lo sé. Son cosas que pasan, supongo. Un día conoces a alguien y sin saber cómo ni por qué entra en tu vida, sin llamar a la puerta, sin ni siquiera preguntarte “perdona…¿puedo pasar?”
Y entonces tú ya no sabes como sacarle, porque sientes que aunque no este dentro de esa puerta, esta ahí, en el umbral, sin pasar, sin molestar… esperando a que tú le invites a entrar o simplemente esperando a nada… sí, a nada… y en ese momento te das cuenta que hay personas que no quieres que se marchen de tu vida pero que tampoco quieres que estén dentro de ella… y les dejas ahí, de pie, sin saber si invitarle a pasar o dejarle allí para siempre…
Abro los ojos una vez más, y solo veo los sueños que sentía míos y que ahora… echo de menos.
Sí. Soledad volvió a existir, aunque siempre sé que había estado a mi lado, ahora puedo verla más que nunca. La siento, la toco y me derrumbo, me hace llorar…
Frustración. Por no saber olvidar, por no querer olvidar…
Me siento en el suelo dejando que cada parte de mi corazón se vuelva más pequeña, más enfermiza. Y me apago, ya no importa cuánto sol entre por la ventana o cuántas sonrisas desbloqueen mi mente. Los sueños, sí, esos que tenía, se han apoderado de mi, y ahora el dolor me encoje, engullendo cada parte de mi ser.
Y parece que todos se han puesto de acuerdo para desaparecer… y que nadie vuelve, nadie… nos han dejado solos, a mí, a Soledad y a la Nostalgia de los sueños que nunca llegaron a cumplirse.

Me obceco, te pienso y busco tu rastro entre los sueños… me pierdo, no sé seguir pero aún no he empezado y ya tengo prisa.
Grito, corro, muerdo, huyo. Me escondo entre mi sombra que se aburre de verme siempre con la misma cara. Entonces exploto o me dejo llevar... me arrastro porque sí, no porque quiera hacerlo. Tengo miedo. Lloro para saciar mi alma, para enfadarla, romperla y aplastarla entre las pestañas, para así después acabar quemada pero limpia.
Vacío. Ya no me ayudan ni las canciones, salvo una, dos, tres… sí, puede ser, se han malgastado todas. ¿y qué más? Nada.
Respiro, tengo que hacerlo aunque sueñe con olvidarlo… y vuelvo a empezar, uno, dos, tres... pero me aburro, paro y vuelvo a precipitar. Y otra vez lo mismo…

Nunca he sabido por qué la esperanza se esconde cuando más la necesitas, ni tampoco sé por qué el tiempo te pone límites.
Un día no sabes ni lo que quieres, y sin embargo es el momento perfecto para conseguirlo; pero tú no te das cuenta, no eres consciente de ello hasta que no lo pierdes.. hasta que no lo echas de menos... después, sientes esa certeza absoluta, esa seguridad de que nunca es demasiado tarde, de que posiblemente el reloj te esté esperando, que el tiempo se haya quedado parado para ti, y te entran unas inmensas ganas de comerte el mundo, de ir a por todas.. llega la esperanza, sí, esa que ya no existe pero tú te empeñas en ver. Y empiezo a pensar que la culpa es sólo mía, por llevar una venda en los ojos cuando el reloj empieza a pararse.. o peor aún cuando me creo segura de que me está esperando, pero en realidad no es así, el tiempo no espera ni tampoco frena, el tiempo.. el tiempo vuela.....
¿Alguna vez te has preguntado por qué las mariposas pueden volar?
Yo sí, muchas veces. ¿Y sabes que es lo que creo? Creo que lo que pasa es que aprovechan al máximo su vida, sí, porque solo tienen un día o unos pocos días para crecer, enamorarse… morir. Y después todo se terminará, se acaba, ¿lo entiendes? No hay nada, se van, se alejan, y no vuelven… ya no vuelve. Es como el amor, se parecen mucho. Él llega, como las mariposas, lindas, preciosas, coloridas, alborotadas, pequeñas, nerviosas, enamoradas… Brillantes, eso es, ambos brillan como nunca, llegan a ser capaces de tocar el cielo y sentir las nubes o el calor del sol por encima de sus preciosas alas/manos disfrazadas. Recorren los lugares más escondidos de un bosque, de un parque o de una ciudad, dejándose ver, sintiéndose libres, pintando colores en días grises, dibujando senderos de felicidad por ahí, dónde pasan, dejando atrás una huella, el rastro de su fragancia… para luego, después, terminar marchándose, borrando cada uno de los dibujos de su cuerpo, eliminándolos por completo. Y el amor igual. Olvida cada letra que compone esa palabra, llora en silencio esa ausencia perdida, perdiéndose, escapando así hasta de su propia sombra… para aterrizar en el suelo, como la mariposa que cae lentamente durmiendo sus alas, como la mujer que se deja hundir hasta perderse en la más remota y temible oscuridad. Así… destruyéndose… alejándose… despidiéndose para siempre.

Hoy todo gira, y mañana ya se habrá cambiado. Lo odio. Es como una rueda de momentos que te aplasta, se para, o sigue… así es la vida. No te deja decidir, simplemente lo adivina todo sobre ti, y, a veces, si le da la gana, te empuja a continuar o te abandona por completo. Muchos creen que la respuesta está cerca, otros, que está lejos… pero en realidad no hay respuesta, no hay ni siquiera un por qué para explicarlo. No hay nada… simplemente es cuestión de saber cómo afrontar todo aquello que aún no sabes, cuestión de vida, cuestión de suerte… los humanos muchas veces creemos que las personas son como décimos de lotería, que están ahí para intentar hacer realidad nuestros sueños absurdos… pero es mentira, nadie realiza nada, tú eres el que lucha, tú eres el que aprende.

Y que cuando me pare, cuando decida por fin quedarme en ese sitio quiero que me mires como si fuera para siempre.
Saber que no es una mentira todo lo que soñamos. ¡Pues claro que no! No tener que imaginar nunca más nada, y tener esa certeza de que todo es posible mientras sigas ahí, mirándome, como te dije, como si fuera para siempre…
Porque sé que lo harás, yo confío, confío en lo que quiero confiar y también creo en la palabra... “Siempre.”
Y no sé lo que es un final en una historia, y digo historia, no cuento… que eso sí tiene un final…
Porque ¿quién dijo que todo es una mentira? ¿Qué es eso? Yo ya lo olvidé… y espero no encontrarlo jamás. Para mi esa palabra no existe en mi diccionario.
Y estoy bien así, porque la realidad es mi invento, porque yo lo quiero así… porque de esta manera soy feliz…