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miércoles, 6 de octubre de 2010


Caminamos, unas cuantas calles cruzamos. Siempre que salimos, generalmente el me dice que elija yo el lugar de encuentro pero esta vez, no iba con nada pensado en mi cabeza y después de que me bajase la presión de tal forma, lo menos en que podía pensaba era el lugar donde sentarme. Me bastaba con que el no me dejase ahí, sola, como muchos se atrevieron a dejarme en este último tiempo. Fuimos a una distancia prudente, después de tal charla en la tarde, creo que mi ego estaba lo suficientemente herido. Calculo que después de escucharlo cuatro años pidiendome una oportunidad y que me rechace de tal forma cuando se la ofrezco fue un baldazo de agua fría. Unos minutos después, abrigada y un poco más tranquila del susto que me pegué, nos sentamos en un bar, afuera porque adentro había mucha música y, demás está decirlo, mucha gente. Pedimos un trago cada uno, repectivamente. Hablamos de muchas cosas, por primera vez, pude hablar seriamente con el de algunos temas y reirme de los restantes en los momentos adecuados. Generalmente en su compañía, solo puedo hablar de cosas poco relevantes porque, somos un chiste y lo hemos admitido y asumido. Nos reimos de la vida pero, los dos tenemos mucha historia que contar, diferentes, si, pero complicadas. Cuando creí que el tema"nosotros" no iba a surgir más, me tomó las manos porque me vio temblando de frío. Me miró, como si hubiese sentido algun estilo de corriente eléctirca que yo no sentí. Me acariciaba las manos y me cuidaba como si fuese a romperme. Mis manos entre las suyas, parecían de porcelana y note que el se dio cuenta. Jugaba con ellas, con mis anillos, entrelazandolas, luchando con sus deseos, previniendo decir algo indevido en tal momento. Entonces entre conversaciones, me dijo algo sobre lo que habíamos hablado ya, de lo que habíamos quedado no se hablaba más:
-Acordate que dijimos que ya está con ese tema, quedamos en que iba a ser un punto final- le recordé.
-¿Estás segura?
-¿Segura de que? No entiendo...Ya lo hablamos, no dos veces. No tengo ganas.
-No dijiste punto final, dijiste punto aparte, que no es lo mismo. La historia se sigue escribiendo, sino, no estarías aca...

Me quedé sin palabras, está de más decir que tenía razón. Quizás, no es el final. Estuvimos hasta las cinco de la mañana, hablando, de proyectos, metas o sueños, del presente bizarro también. Me acompañó donde mamá me había dejado más temprano para esperar que me buscasen. Me subí al cordón del asfalto y el se quedó sobre la calle. Es más alto que yo por lo que recién así quedabamos a la misma altura. Lo miré a los ojos y creí que en ese momento algo se daría pero cuando quiso decir algo, avanzar en su táctica de tortuga, mi papá llegó. Me saludó y me pidió como siempre que le avise que llegue bien a mi casa. En un intento de no preocuparme, media hora después el me aviso también que había llegado cuando en verdad era una mentira que me contó al día siguiente. Por este tipo de cosas me doy cuenta de su sencillez, no necesita mentirme, el está bien siendome sincero. El se siente bien viendome sonreir, cuidandome, estando pendiente de mi. Y quizás algún día, se de. Pero, si no es así, me alegra saber que lo tengo, a mi lado, como compañero, amigo o conocido, como sea, pero presente.

Aunque parezca muy feminista decirlo, creo que algunos hombres tienen una tendencia a la histeria muy importante. Y por qué no, los que conozco yo, más todavía. Cuando estaba arriba del bondi, me llegó un mensaje de él preguntándome que haría en la noche. Claro está que habían pasado no más de veinte minutos desde que le había despedido y dejado bien claro que conmigo no se juega como con el fuego, porque francamente, soy una chispa que nunca se apaga. Pensé que quizás estaba tomandome el pelo, pero no fue así, lo decía enserio. Le dije que vería como hacer para verle pero no garantizaba nada. Arreglé todo para ir a una fiesta con mamá y después encontrarme con el entre tal y tal calle. No estaba cuando llegué, mi puntualidad le jugó una mala pasada o mejor dicho, a mí misma. Comenzó a faltarme el aire, me dolia el estómago, temblaba y me creí en un ataque de pánico que nunca tuve. En verdad, eran los lazantes, matandome el cuerpo, aunque mamá se empeñó en recalcar que eran nervios porque nunca me junto con chicos. Quise reirme, pero...estaba muriendome del dolor. Me acompañó a una heladería cercana y vomité en el baño. Descompuesta y pálida volví a donde debía estar esperando a este chico. Me lo encontré sentado en el umbral de una ventana, de un local de ropa. Abrigado en sus ropas, con perfume y una sonrisa inconfundible. No del tipo de chicos que siempre me gusto: no es rubio, ni ojos claros, ni flaco escualido o musculoso. Es el tipico chico normal. Supongo que no siendo normal, me cuesta verme al lado de una persona como el. Es muy buena persona, me hace reír y me cuida como creo que nadie me cuidó pero, sigo sin saber si realmente entre nosotros algo podria funcionar.

Nos juntamos para hablar, se lo ofrecí como una chance de arreglar todo el drama que había quedado en puntos suspensivos entre los dos. Todo empezó el día jueves en la noche, cuando todo pareció quedado todo mal entre nosotros. Me la pasé pensando en el, en que podía hacer, practicamente no dormí, definitivamente no lo hice. Sus palabras resonaban en mi cabeza, no puedo negarlo, algo hay. En el colegio, cuando estaba a punto de mandarle un mensaje a eso de las 12 del mediodía, me llegó uno de él pidiendome perdón por todo lo del día anterior, diciendome que probablemente malinterprete la situación y que realmente se sentía mal. Lo entendía proque me sentía igual. Quizás, había entendido mal. Asique nos dirigimos a una plaza tranquila en la tarde y hablamos los tantos no aclarados. Mientras que me explicaba podía ver en sus ojos el dolor o quizás, la impotencia de no poder decirme algunas cosas que rondaban en su mente. Lo noté, por más que me venga a decir que no es así. Nos sentamos en un banquito, casi no había ruido, adoro esa plaza porque es la más tranquila que existe en la ciudad. A veces, detesto no encontrar un solo lugar donde la gente no te salude, donde no te molesten, donde puedas escuchar el silencio, los pájarons, el viento y el agua que corre en la fuente. En la larga charla, decidimos supuestamente poner un punto aparte a esta situación que nos tiene peleando como si estuvieramos juntos cuando en verdad, nunca nada empezó por lo que no puede terminar. El me miraba, se reía de vez en cuando, pero mi voz sonaba tajante cuando le dije: "Si vamos a estar juntos sin compromisos, no dudes que en la primera de cambio, yo salgo y estoy con otro chico, si no te gusta así, tomame enserio porque lo que menos soy, es una cualquiera". Intentó por todos los medios explicarme que me quiere pero a mi no me alcanza que me quiera de esta forma, como si no lo conociera de años, como si fuese una tonta que no comprende el sentido del cariño hacia otra persona. Podría haber dicho que sí, lo se porque soy capaz de hacerle mierda si es necesario para que comprenda que así las cosas no funcionarían pero se que el miedo a perderme le paraliza, y aunque he intentado explicarle que las cosas terminan siempre, ya sea bien o mal, el parece no entender...

Cuando esperaba que dejaras completamente de hablarme, volviste a mandarme mensajes. Todo fue por un error mío, cometido en la mañana, cuando dejé sin bloquear el celular y accidentalmente te llame por casualidad. Después de unos minutos de darme cuenta y cortar la llamada, me llegó tu mensaje interrogando si todo estaba bien, claro que lo estaba, pero mejor esta cuando leo tus palabras. Quizás porque no esperaba que me dieras pie para una conversación después de todo. Quizás noviembre sea el principio de algo, espero que me des la oportunidad de averiguar que se esconde detrás de tu forma mezquina de ser. Se que te voy a descubrir y que, no podrías evitar que entre en tu corazón de ninguna manera.

No te imaginas lo que es seguir viviendo, respirando, sabiendo que ya nada volverá a ser como antes, que ya no volverás. No te puedes hacer una idea siquiera de lo que duele y de la forma en que me está destruyendo si es que ya no lo ha destruido todo.Te querré eternamente, pero seguiré adelante...

La magia no existe si no hay nadie para observarla, si no hay nadie que crea en ella. Por suerte yo sé que otorgando una sonrisa otorgas también magia, yo sé que la gradiente de las hojas de otoño es magica, yo sé que el danzar y cantar de los pajáros es magico. La magia no es un evento increíble e importante, esta escondida en la belleza de lo cotidiano.

Si hay algo que sinceramente no te gusta, trata de cambiarlo, por dios no te eches al piso a llorar como un niño asustado, así no se arregla nada y mucho menos que aquella cosa deje de desgustarte. Todo es posible, tan solo tienes que intentarlo.
La gente muere, el cuerpo se vence y termina por rendirse, agotado. Pero aún cuando esa gente ya no es fisicamente visible, sigue viviendo en la memoria de aquellos que la recordarán por siempre, de aquellos a los que han servido para generar un bien interno, una alegría, una sonrisa, una lagrima. La gente muere pero no se va, no desaparece.

Hoy no hay nada que no pueda hacer. Sí realmente lo quiero, lo conseguiré. Soy dueña de mi destino y ama de mis decisiones, no me molesta aceptar las consecuencias y haré lo que tenga que hacer para cumplir mis objetivos. Lleno mis pulmones de aire, miro al frente y sigo caminando.