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viernes, 21 de mayo de 2010

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A veces me canso de estar todo el día con el corazón en blanco y la lengua cargada de sutilezas para saber qué decir y cuándo decirlo. Para no meter el dedo en el sitio equivocado, tú ya me entiendes. Creo que los humanos deberíamos de ponernos las cosas fáciles, no complicarnos ni tan siquiera en las conversaciones, porque el poder de la mente luego es mortal y acabas bajo la luna rota a las tres de la mañana de un miércoles sin poder dormir, sin poder cerrar los ojos, sin poder apoyar la frente en la almohada y sentirte respirar a salvo. No quiero más connotaciones negativas en mis cuentos, no quiero más flechas apuntando a mi nuca cuando aún no me di la vuelta, no quiero sentirme incómoda sin saber qué decir, ni dónde poner la boca, cuando ya es medianoche y yo sólo quiero que me abracen fuerte y me llenen el corazón de nubes con tequila para poder volar un rato.