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martes, 1 de febrero de 2011


Levanta la cabeza del escritorio y se da cuenta de que se ha quedado dormida. Suspira y coge el teléfono a su lado, habrá como millones de llamadas perdidas que si no se da prisa en respondar acabar por sacarla a patadas de allí.
Mira la pantalla del ordenador y ve varios post-it con notas. Se levanta coge el móvil y sale corriendo por la puerta, tropezándose con con varias perchas repletas de vestidos.
Sale afuera y el frío la golpea en la cara duramente. Entra en la tienda de cafés más próxima y pide dos frapuccinos, un capuccino doble y un café solo para ella, mejor así si no quiere quedarse dormida de nuevo.
Sube de nuevo al ascensor, sujetando en una mano los cafés y en la otra varias cajas de zapatos Marc Jacobs, desde mostazas hasta una nueva gama de azules.
Arriba la esperan. Le quitan las bolsas de las manos, y deja el café encima de la mesa de su jefa. Se deja caer de nuevo en su comoda silla y comienza con el papeleo, mientras se repite por décima vez en su cabeza lo fácil que sería quitrase esas enormes plataformas que lleva por zapatos e ir en deportes a trabjar.
Contesta al teléfono automáticamente, coge el mensaje, lo apunta, y se lo manda asu jefa.
Cuando el café se acaba vuelve a levantarse corriendo, atraviesa las puertas y la ciudad de nuevo le da la bienvenida. El móvil vuelve a sonar de nuevo en su bolsillo, ella sonríe, se lo lleva junto a la oreja y escucha como su jefa le da instrucciones sobre unos cinturones Calvin Klein que tiene que ir a recoger antes de las cuatro. Se para un momento frente al escaparate de la cafetería, se mira y sonríe.
Al menos se dedica a lo que más le gusta.

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