Y si te dejas llevar?

Nunca quise herirte. Y aún así lo hice. Ahora todo lo que tuvimos en común no son más que cosas por odiar. Un odio que en verdad es dolor. Un dolor enojado, totalmente salido de sí, que arraza con todo el amor que puede llegar a quedar entre los dos. Porque no importa que haga o que diga para calmar la tempestad, no vas a perdonarme nunca haberte amado como te amé. Y no importa cuanto quede de ese cariño, nunca alcanzará para hacerte volver.