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jueves, 7 de octubre de 2010


Supón que te has comprado todo lo que había por comprar, ¿Y después qué? Una vez que hayas impresionado a todos lo que te rodean, ¿Qué queda para después? Una vez que hayas experimentado toda emoción posible, ¿Será suficiente? Si tu cuenta en el banco tuviese más dinero del que podrías gastar en mil vidas, ¿Qué te motivaría a seguir? Una vez que todas tus metas hayan sido alcanzadas y hasta superadas, ¿Qué será lo que te hará levantar en las mañanas? ¿Te gustaría tener que enfrentar ese tipo de desafíos? Sinceramente, ya son tuyos, ahora mismo. Aunque no seas un multimillonario y quizás nunca llegues a serlo, la riqueza de la vida está completamente a tu alcance en este mismísimo día. Esa riqueza se encuentra más allá de las preocupaciones superficiales que tanto dominan tus pensamientos. Esas superficialidades que crees que tanto te importan, finalmente te darás cuenta de que no te importan tanto. Y cuando eso suceda, tus ojos comenzarán a abrirse a las verdaderas riquezas de tu existencia. Piensa en lo que te importaría realmente, si todo lo que te importa ya fuese tuyo. Y comenzarás a darte cuenta de que ya lo es.

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