Seguidores

martes, 19 de enero de 2010

aah?


Me estabas gritando en silencio. Con palabras y códigos que no entendía, me desesperaba que me dijeses que me fuese mientras tus ojos me pedían que por lo que más quisiece me quedase a tu lado. Pero ¿que más podía hacer? ¿quedarme?. Sé que no hice bien, algo dentro mio me decía que le hiciera caso a tus silencios asfixiantes y, luego temía que si me quedaba como justamente me decías que me fuese te hiciera enojar y odiarme más. Odiarme con toda la pasión que contenemos en la mirada. Con todo ese amor que te cuesta tanto aceptar. Que tanto te cuesta sentir. Di un paso atrás, tu interior frágil me quería cerca y el monstruo que me gritaba con cara seria era aquel que me daba miedo y me hacía dudar. Me hacía replantearme si realmente me querías o todo era un maldito juego. Te mire varios minutos, habias dejado de gritar, estabas parado mirándome con esa ternura que hasta llegaba a doler. Entonces supe que podía avanzar y ayudarte a ser fuerte, a no caer por más tentador que fuese el precipicio, por más angustia que te acorralase. Necesite alocadamente abrazarte y ayudarnos a no caer. Y aunque en un principio te me resististe, había decidido no quitarte las manos de encima. Estabas destrozado y que más fácil que intentar alejarme para disfrutar de tus tristezas en soledad. No. No te lo iba a permitir. Conmigo es siempre o nunca. Y yo con vos, sólo quiero que todo sea siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario