Seguidores

martes, 2 de febrero de 2010

...*


Duele, araña, pica, escuece, quema y vuelve a doler. Me confundo, me encuentro entre un cúmulo de sentimientos y ya no sé ni quién soy ni qué hago aquí. Me aprieto la nariz fuerte con la mano derecha intentando no llorar, y con la izquierda me sujeto bien la cabeza para que no se me caiga el alma y se vuelva a partir en trescientos sesenta y dos pedazos. Miento si digo que había imaginado alguna que otra vez este punto y final, nunca me hice a la idea porque, sencillamente, no podía soportarlo. Y ahora ha llegado, así, sin más, sin avisar y con más fuerza de la que jamás habría imaginado. Y, aunque no estoy sola para llorar, estoy sola para sufrirnos, sola para añorarnos, sola para patalear como una cría mientras intento no pensar que ya no volveremos a vernos. Sólo me alivia recordar que el mundo es uno y se recorre en avión, que el dinero cura incluso la distancia y que tan sólo de ti y de mi va a depender que a partir de ahora nos entendamos tan bien por carta como en la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario