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lunes, 26 de julio de 2010


Cada mañana al despertarme, lo único que me consuela es la idea de volver a verte. Pero cuando me vaya, ya no tendré una excusa para verte todos los días. Ya no tendré nada que me consuele a la hora de despertarme, porque ya no tendré que volver a verte. Porque allá donde vaya, tú ya no estarás. Cada vez que quiera volver a verte, ¿Cómo lo voy a hacer? Porque una vez decidas alejarte de mi definitivamente, y sepa por tí mismo que jamás vas a quererme, me va a ser imposible volver a mirarte a los ojos. No seré capaz de volver a dirigirte la palabra, y cada instante que te eche de menos, lo sufriré en silencio. Cada vez que necesite ver tus ojos y escuchar tu voz, no podré hacer nada para evitar las distancias que nos separarán. Tú serás feliz, lejos de mi, pero de todos modos, cerca de ella. Y yo seré infeliz, alejada de ti y de todo el mundo que te rodea y un día que también me rodeó a mi. Lo peor de todo será no poder estar allí, no tener excusa alguna para estar presente cuando trates de pasar el mayor tiempo posible con ella, sin siquiera acordarte de mi. Lo peor de todo será tener que imaginarme todo lo que podría estar pasando entre tú y ella, y esta vez, no poder comprobar la realidad con mis propios ojos.