Seguidores

viernes, 23 de julio de 2010


Nadie me necesita y no es que me sorpenda, esque soy irrelevante, a tal punto que podría pasar desapercibida hasta en la situación más remota que uno se pueda imaginar. Nadie me pregunta cómo estoy o qué es de mi. Les da igua, y que diga esto no significa más que una muestra de angustia, nada de recriminar a la gente está hecho para mi. Intento vivir con la idea de que nadie me quiera lo suficiente para necesiatarme y hacerme parte de su vida a tal extremo de llamarme cuando le oprima el pecho por mi falta, de escribirme algún mensaje significativo aunque sean una o dos palabras, alguna carta email o de aquellas que son tan tradicionales y poco concurridas ultimamente, cartas de puño y letra. Ahora que me fijo, nadie nunca me mando una carta de puño y letra. A veces me pregunto si escribir no significa para mi, un llamado de auxilio en el que a la única que le puedo reclamar es a mi misma. Y todavía no evalúo cuan doloroso es saber que mucha gente sabe y no dice nada al respecto. Siempre me agradó el silencio ajeno y más cuando es una conversación en la que los silencios parecen comprenderse y compadecerse uno de otro. Solo me agrada el ruido atolondrado de la ciudad en el que nadie sabe que es lo que francamente se escucha o se dice. No se si lo he dicho pero...a veces para no sentirme tan sola, me hago amiga de las calles abarrotadas de gente, fingiendo que voy hacia algún lugar en particular, cuando en verdad, ese lugar, no se donde verdaderamente queda. Me procupa que no le necesite a nadie y si quieren saber por qué, creo que es muy fácil deducirlo: porque entonces, ya no me quedaría ninguna razón para expirar tanta melancolía guardada dentro de mí. Ya no alcanzaría con escribir y desear que las cosas simplemente dejen de empeorar con el tiempo. Solo me quedría comenzar la cuenta regresiva...Solo espero que ya no haya comenzado.