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viernes, 23 de julio de 2010


Resultaba estupendo estar sola, no tener que sonreír ni que poner buena cara. Fue un respiro que me permitió contemplar a través del cristal la cortina de lluvia con desaliento y derramar algunas lágrimas. No estaba de humor para una gran llantina. Eso podía esperar hasta que me acostara y me pusiera a reflexionar sobre lo que me aguardaba al día siguiente.