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jueves, 16 de septiembre de 2010


El sol está ascendiendo en el cielo, es una bonita mañana. Ella se dirige al colegio, él todavía no ha ido a dormir desde la noche anterior. Un día cualquiera. Sólo que ambos se encuentran en el semáforo. Y por eso ese día no será como los demás. Él la mira. La ventanilla está abierta. Un mechón de pelo rubio ceniza descubre a trozos su cuello suave. Un perfil delicado pero decidido, los ojos azules, dulces y serenos, escuchan embelesados y entornados una canción. Tanta calma lo impresiona. Ella se vuelve hacia él, sorprendida. Él le sonríe, parado junto a ella, sobre aquella moto, los hombros anchos, las manos demasiado morenas para aquella mitad de abril.

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