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miércoles, 29 de septiembre de 2010


La vida está llena de círculos. De un cúmulo de circulitos que van ahorcándonos poco a poco si no los cerramos. No es fácil. Digo que no es fácil cerrar algo que forma parte de tu vida. Es casi como decir Bye Bye para siempre, porque una vez que un círculo se cierra del todo no puede volver a abrirse. Simplemente, no se puede. Y es jodido cuando no eres tú la que ha de cerrar la puerta, cuando no puedes hacerlo sola, cuando necesitas de otra mano para hacerlo porque no sólo tú formas parte de la historia, no sólo tú compones el círculo, no sólo tú te metiste de lleno en algo que si no cierras puede destrozarte en menos tiempo del que te des cuenta. Los círculos compartidos son un horror. Un asco. Un desajuste irracional que cuesta llevar a buen puerto. Los círculos compartidos, cuando no todos los miembros están presentes para cerrarlos, son horribles y te van ahorcando lentamente hasta que de repente ¡Pum!

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