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miércoles, 29 de septiembre de 2010



Yo creo que el mundo en sí es magnífico y no nos paramos a... a verlo como realmente algo así merece ser visto. A veces tengo la sensación de que la gente que me rodea camina por la vida sin fijarse en cosas que a mí, personalmente, me fascinan. Creo que todo, absolutamente todo en el mundo, es increible y de nosotros depende ver esa... esa belleza real e infinita contenida en un algo finito y provisional. No sé. Es que ultimamente tengo la sensación de que la mayoría de la gente camina a través de la belleza, incluso me atrevería a decir por encima de la belleza, la pisan y ni siquiera bajan la mirada para verla. Es algo que me saca de quicio. Me enerva. Me enerva que a la gente le cueste tantísimo bajarse de este circo mundano cinco minutos al día para empaparse de un algo tan perfecto que podría alegrarnos la vida. Vivir no es una obligación y a veces siento que los que me rodean no tienen esa ilusión por vivir. Casi nadie se baja del mundo mudo para observar con cuerpo y mente lo que se cuece, casi nadie desenreda los párpados para vislumbrar con o sin cautela lo único que realmente merece la pena. La vida es bella, bellisima, tan imperfecta que acaba resultando sumamente perfecta. Hay... Hay belleza por todos lados, se lo juro. Vayan a un mercado, vean a la gente escoger la mejor fruta. Caminen por la calle, empápense de los desconocidos, noten cómo la naturaleza real y la impuesta se mezclan en un cóctel francamente alucinante. Y después vengan y cuéntenme si tienen narices que la vida no merece la pena. Vengan y atrévanse a insinuar que en el mundo ya no queda belleza.

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