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miércoles, 3 de noviembre de 2010


Que haya dejado de hablar de ello no significa que haya dejado de suceder. No se engañen, no pretendo engañarme ni espero que la gente lo haga cuando me dice cosas lindas. No he dejado de odiarme, no he dejado de sentir esta impotencia cuando me acuesto y veo mi estómago. Quisiera no verlo, quisiera ver sólo el principio de mis costillas, de mis huesos en las caderas y sonreir, suspirar con tranquilidad. Necesito mirarme al espejo, de frente y de perfil y sonreir, tocarme el cuerpo y adorar esta forma tan apasionada de matarme. Admito que soy masoquista. No es que me guste morir, me gusta saber que por lo menos tengo algo por que hacerlo porque, todos lo demás puede fallarme, puede desepcionarme pero esto, esto depende exclusivamente de mí. Esto no es algo de lo que los demás pueden deshacerse. Ellos pueden irse, romperme el corazón, desepcionarme, deshacerse de mí, pueden hacer todo lo que deseen pero no quitarme esta enfermedad que recorre mis venas consumiendo vida y esperanza cada vez que ellos me dejan un poco más devastada en la oscuridad. Debo decir, por un momento, creí que había dejado esto pero, muchas cosas me hicieron dar cuenta de que todos mienten, todos te despecionan, todos te hacen sufrir, todos te dejan a la deriva cuando simplemente les da la gana desaparecer de tu vida. No quiero naufragar, quiero quedarme en tierra firme, donde hay cosas seguras. No puedo subirme más a un barco con quien va a abandonarme de esta forma. Lo he intentado, no pueden decirme que no, no pueden reprocharme nada. Nadie me ayudó, es fácil rendirse, difícil es quedarse al lado de alguien que te necesita, difícil es luchar por esa persona como si su vida fuese tu vida. Nadie puede conmigo, siempre les gusto dejarme. Añoraba salir de este pozo, sí que lo hacía y más aún, de la mano de alguien dando cada paso al compas de su respiración. Esperandome, paciente. Arriesgarme de esa forma fue un error, confiar fue lo que no tuve que hacer. Confié, estuve, presente, lo intenté, me dejaste y renuncié. No me culpes si ahora no puedo seguir.

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