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sábado, 16 de octubre de 2010


Detrás de él caían las minitas, esperando que el les diera al menos una oportunidad de decir algo, de halagarlo, de apreciarlo con la mirada y retenerlo, por unos momentos, para no dejar que se vaya. Entre brazos de miles ha estado, ha cruzado los límites de la edad y ha superado lo insuperable. Descubrió lo popular que uno puede ser teniendo una cara bonita o un cuerpo que hable más que la boca. Se ha dejado llevar por los impulsos del alcohol y el descontrol, en compañía de sus supuestos amigos, ha llegado a tocar el cielo y caer directo en la boca del infierno. El no sabía que la libertad no estaba en aquellas cosas estúpidas y momentaneas, en aquellas que se olvidan con facilidad para que no puedan ser recordadas. Le enseñaron que el amor era un sentimiento frío y distante que sólo podía lastimar y corromper el alma. Se alejó de las emociones y aquellas cosas que podían introducirlo en un mundo desconocido, lleno de sensaciones y adversidades que según la historia que el contaba, eran demasiado dolorosas para ser realidad. Prefirió un whisky on the rocks, un bar atascado de gente, faldas cortas bailando la danza de la seducción, entes por doquier, dejando que las luces lo llevasen a un mundo en donde el llanto y el afecto fueran parte de él, donde el amor llenase ese vacío que no le permitía sentir. Jugó a no ser parte de su vida y destrozar el corazón de unas tantas muchachas que se atrevieron a bailar el tango prohibido proveniente de su dulce perfume. Hizo creer a todos sus conocidos que su vida era perfecta como era y que lo material alcanzaba y sobraba. Supuso que el tiempo le daría la razón, que la ley del más fuerte sería leyenda con el. Vivió creyendo que algún día se casaría, se divorciaría y terminaría como los cuarentones de la actualidad. Lo creyó. Sus ojos verdes, lo sacaron de órbita, su día terminó en noche y su frío en un calor intenso recorriendole las venas, palpitando como loco en su corazón. Su forma de ser, le señaló a lo lejos el camino que debía recorrer y sin preguntas, se dirigió hacia ella, le preguntó su nombre y una nueva historia comenzó. Una historia que rompía todo estilo de reglas, suposiciones o de tiempos esperados. Impredeciblemente perfecto. Su cuerpo estaba hecho para él, su alma, encajaba con la suya como un rompecabezas. Su sonrisa, era la de un ángel que custiodaba las noches, en sus sueños, mientras dormía, él la veía. Murió, mirando sus ojos, sosteniendo su mano, sintiendo como la vida se le iba cada vez que la amaba más que el día anterior.

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