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jueves, 9 de septiembre de 2010


Lágrimas sin gotas en vasos de oscuridad transparente.
Así me siento cuando noto los ojos observándome de aquellos que fueron y hoy ya no son, o simplemente no quieren ser. Pero no merece la pena darle más vueltas al papel, ya que un día escribes una cosa y otro día otra. Y así es la vida, y así soy yo, irreversible de ideas. Que no está mal, supongo, es sólo que simplemente no soy muy amiga de la rutina machacadora. Y oigan, digo machacadora, que no es lo mismo que decir común,
porque cuando todo lo que tienes te endulza la sonrisa, entonces no te importa que exista esa rutina corriente, o quizás sí, quién sabe. El caso es que a mí no. Lo que no implica que a los demás sí, que tampoco está mal, supongo. Simplemente son distintos puntos de vista, diferentes aptitudes ante una vida metamorfósica en la que una mísma cuelga sus sentimientos bocabajo o boca arriba, como más le parezca. Por eso hoy, he aprendido y entendido que no todo el mundo es igual, que lo que uno lo ve rosa otro lo ve negro, que hay personas que prefieren volar libres y otras que vuelan en bandadas, de dos, de tres o de veinte, pero a pesar de lo que nadie y todos puedan pensar creo que cada uno aquí elige con quién se queda y con quién se va. Es ley de vida, ráfagas de viento que hoy te peinan de una manera y mañana de otra. Pero ésto es algo que no todo el mundo entiende, quizás porque no han observado que la vida también puede ser gris, o verde, o azul y no solo negro o blanco. Por eso hoy me dí cuenta que hay personas que no van a estar ahí para siempre, que solo aquellos capaces de comprenderte estarán ahí para ti.